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Francia (7)

Durante el viaje voy leyendo el estupendo libro de Noah Harari y en la página 192 me encuentro esto, que demuestra, como si hiciera falta, el carácter falso e irracional, obtuso y tribal del nacionalismo, esa infección supuestamente basada en la “autenticidad” de una cultura y en su carácter único e irremplazable.

“Todavía hablamos mucho de culturas auténticas, pero si por auténtico queremos decir algo que se desarrolló de forma independiente, y que consiste en tradiciones locales antiguas, libres de influencias externas, entonces no quedan en la Tierra culturas auténticas. A lo largo de los últimos siglos, todas las culturas cambiaron hasta hacerse prácticamente irreconocibles por un aluvión de influencias globales”.

“Los filmes de Hollywood han perpetuado la imagen de los indios de las llanuras como jinetes valientes que atacaban intrépidamente los carromatos de los pioneros europeos para proteger las costumbres de sus antepasados. Sin embargo, estos jinetes americanos nativos no eran los defensores de alguna cultura antigua y auténtica. Por el contrario, eran el producto de una revolución militar y política importante que barrió las llanuras del oeste de Norteamérica en los siglos XVII y XVIII, como consecuencia de la llegada de los caballos europeos. En 1492 no había caballos en América. La cultura de los sioux y los apaches del siglo XIX tiene muchos aspectos atractivos, pero era una cultura moderna (resultado de fuerzas globales) mucho más que auténtica”.

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