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Nos acostamos como a las tres comidos bebidos bailados y felices después del salmón y los vinos y el olor a pólvora flotaba en el jardín. Aún sonaban algunos cohetes cuando nos fuimos a la cama y recordé en lo que demoré en quedarme dormido, que no fue mucho, las noches de San Juan de mi infancia cuando quemábamos un gran muñeco en la calle y antes paseábamos el muñeco por las calles del barrio una banda de chiquillos portando antorchas y alborotando hasta el lugar de la pira y al volver a casa mi madre en el portal.

Qué mundo perfecto cuando regresas a casa y te espera tu madre en el portal.

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© Juan Abreu, 2006-2019