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Viernes, 14 de junio de 2019

Voy a pagar en el mercado y en la caja una muchacha pelirroja de veinte o veintidós años no más y le pregunto muy educadamente y con esa voz mía y mi expresión entre infantil y lubricada. ¿Eres pelirroja natural? Y ella la clara piel de los brazos y el cuello y pecas la estoy contemplando alza los ojos azules de la máquina y las cejas anaranjadas y se ruboriza entrañable, y dice . Y mirando sus ojos azules con mis ojitos verdes es que los cabellos de las pelirrojas teñidas – hago una mueca -, pero los naturales como el suyo son lo más bello que existe y sonríe, qué maravilla, quiero que lo sepa. Y se ruboriza aún más y baja la vista largas pestañas anaranjadas y moviendo las manos de arriba abajo dice es que yo todo todo así. Yo todo todo así. Dice. Y aquí guardo silencio un instante muy breve pero necesario para que el momento adquiera rango. Qué maravilla, repito. Y ella algo trémula. Gracias. Y entonces soy yo quien baja los ojos y da la espalda a toda esa belleza porque esos días para mi han terminado y a veces llego a pensar que con ellos la vida ha terminado qué humillación la edad qué trampa.

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© Juan Abreu, 2006-2019