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Jueves, 30 de mayo de 2019

Me pasa últimamente algo muy raro cuando salgo a pasear los perros si nos encontramos con algunas adolescentes esos grupos de muchachas uniformadas que salen de la escuela y forman un grupo bullicioso al regresar a casa, en vez de ver como antes y como es lógico y natural sólo la belleza juvenil la firmeza de las carnes los dientes rutilantes las encías rosadas las incipientes tetitas y los rostros lozanos veo además a esas adolecentes cincuenta años después. A la primera ojeada no, a la primera ojeada las veo ajustadas a su edad y pienso qué maravilla pero enseguida ante mis ojos envejecen y veo con la mayor precisión a cada una de ellas como si cincuenta años hubieran transcurrido en un segundo veo sus pieles secas los pelos sin brillo las tetas caídas los dientes opacos las encías grises las carnes majadas y en resumen veo su vejez la vejez. Esto es muy extraño incluso para alguien como yo. ¿No?

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© Juan Abreu, 2006-2019