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Domingo, 26 de mayo de 2019

Mi gato amarillo está en la terraza tomando el sol. Bebo el té y es domingo y hay elecciones otra vez en España. Me temo lo peor. Entre el culogordo izquierdista fidelista típico español y el típico joven español porro botellón y viva la revolución, acabarán con lo poco que queda de España. España no se rompe, implosiona. En lo de Arcadi en El Mundo leo cómo el enemigo ha tomado las más altas instituciones y uno de ellos (o la periodista de El País que lo entrevista lo que viene a ser lo mismo) en palabras de Espada “se adosa al muro de opinión que gana cada día unos centímetros: o hay absolución o habrá problemas”. El muro de opinión es el muro del si no liberan de una forma u otra a los presos golpistas catalanes habrá problemas. A mí me complace que ese muro exista y que crezca no unos centímetros sino muchos metros y hasta kilómetros cada día. Porque nada comenzará a arreglarse en España hasta que los ciudadanos españoles libres e iguales asuman que para derrotar la rebelión tribal en España, sobre todo la rebelión de la tribu catalana, tiene que haber problemas. Sin problemas no se resolverá nada. La solución no es el diálogo (que es sólo una patraña que beneficia a los enemigos de España) sino la confrontación. La confrontación. Hay que decir a la gentuza tribal racista antiespañola (todo el independentismo):NO. Y a continuación reducirlos y vencerlos. Es una ilusión y una cobardía pensar que se rendirán a la razón y al bien común y al orden. No lo harán. Hay que derrotarlos. Y para derrotarlos hay que usar si fuera necesario todos los medios.

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© Juan Abreu, 2006-2019