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Lunes, 6 de mayo de 2019

Cuando el pintor Schnabel estaba escribiendo el guión de la película basada en las memorias de Arenas (que le salió bastante bodrio, por cierto), me invitó a San Sebastián (su hermosa mansión dominaba toda la bahía) para que le hablara de Reinaldo y conocer un poco mejor la época en la que transcurre la película. Cuando aquello Schnabel estaba casado con una vasca alta esbelta y muy bella y además muy amable. Recuerdo que la primera noche que pasé en su casa el pintor-cinesta me llevó a la habitación de invitados, se detuvo teatralmente en la puerta y, señalando la cama exclamó: Ahí durmió anoche Bob. Yo me le quedé mirando con cara de ¿quién es Bob? y él asombrado respondió ¡Bob de Niro! Yo hice como que me importaba abrí mucho los ojos y un poco la boca y eso para quedar bien aunque pensando ¿y a mí qué coño me importa, habrá cambiado las sábanas?

He recordado esto porque una foto de Marian Beitialarrangoitia en el diario me hizo meditar otra vez (es un tema que encuentro fascinante) acerca de la fealdad escalofriante de las mujeres abertzales y me dije la mujer de Schnabel no era, con toda seguridad abertzale qué mujer bella y qué clase y qué esbeltez la de aquella mujer. Las mujeres abertzales son las mujeres más horripilantes del mundo después de Nuria De Gispert y Cristina Narboba, naturalmente.

Pero. Por qué pienso en estas cosas con lo bonito que ha amanecido el día.

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© Juan Abreu, 2006-2019