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Miércoles, 3 de abril de 2019

Desde la ventana del baño veo al gato amarillo encaramado a un árbol. Muy alto en el árbol un árbol enorme al fondo del jardín. Voy a hablar con él. Razonamos. Le advierto que si le hace daño a la ardilla que pasa por allá arriba a veces me disgustaré mucho. El me mira con cierta piedad. Mi gato amarillo es un gran conversador, casi tan bueno como mi perro negro las conversaciones con mi gato y mi perro son mucho más interesantes y fructíferas que las que mantengo con la gente por eso cada día que pasa hablo menos con la gente y hablo más con mi gato y mi perro. El tiempo tiene crines y las veo. Se me han ido enfriando los pies. El jazmín bebe el té.

Al fin, el gato amarillo cede a mis peticiones y baja del árbol y nos sentamos en el banco de plástico y me pongo a acariciarlo. Y así estamos inmóviles en el silencio verde un rato.


Punto de inflexión

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© Juan Abreu, 2006-2019