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Jueves, 22 de noviembre de 2018

Yo a mis perritos los mimo mucho les doy hamburguesas y de casi todo lo que como y hasta jamón del bueno les doy. Esto lo hago, creo, porque los perros en mi casa de la isla pavorosa después que nos liberaron pasaban mucha hambre. Y muchas calamidades en general aquellos pobres perros, recuerdo que me pasaba la vida quitándoles las garrapatas y las pulgas la única manera de hacerlo era sentarse con el pobrecillo y quitarles una a una aquellas alimañas que les sacaban la poca sangre que tenían. Ni yo ni mis hermanos queríamos hacerlo pero Mima insistía. Entonces yo buscaba una piedra y me sentaba en el escalón del fondo de la casa y cuando le arrancaba una garrapata al pobrecillo la aplastaba con la piedra. A las pulgas, pequeñas y duras, las partíamos con las uñas. También, a veces (medicinas no había) usábamos la pulpa de una güira para matar a las garrapatas. No servía de mucho. También se usaba para los piojos y cuando cogíamos piojos nos ponían la pulpa de la güira en la cabeza y nos la cubrían con un pedazo de plástico. Aquello no nos gustaba nada, pero Mima nos obligaba. Después andábamos nosotros y los perros chorreando tinta negra varios días porque no se lavaba fácilmente aquella pulpa de güira. Nuestros perros allá en la isla liberada se murieron todos de hambre, bueno todos no a Negrito lo envenenaron los vecinos. Tratamos de salvarlo dándole el único poco de leche que quedaba de la cuota, pero no pudimos. A los perros los enterrábamos en el patio y cuando llovía yo me ponía en la ventana a mirar la tierra anegada y los imaginaba allí abajo en el fango fríos y mojados y eso me provocaba un gran espanto. Por todo eso, creo, a mis perritos ahora les doy hamburguesas, queso italiano, gambas, pollo frito y hasta salmón y jamón del bueno les doy los mimo mucho.

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© Juan Abreu, 2006-2019