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Viernes, 26 de octubre de 2018

Qué rico es ducharse. A mí es de las cosas que más me gustan. Me meto bajo el agua caliente y me quedo en trance. Nunca he entendido a los que no se duchan todos los días. En España cuando llegué me encontré con bastante gente apestosa. A veces en mi época de gran cazador veía alguna presa suculenta e iba al ataque porque habíamos cruzado miradas prometedoras y cuando me acercaba a la belleza en cuestión olía a mofeta a tres pasos. Debo decir que en ocasiones renuncié a la presa, ya derribada, aunque es verdad que otras seguí adelante con la esperanza de poder mandarla a duchar antes de entrar en acción. Otra cosa que me asombraba mucho es lo que maravillaba a las mujeres españolas especialmente catalanas que me lavara el pito después de orinar. Lo que me hizo pensar que en España y especialmente en Cataluña los hombres no se lavan el pito después de orinar. Eso me venía muy bien la verdad porque ellas decían con ese pito y encima te lo lavas cuando orinas qué hombre qué exquisitez.

En Madrid, y en Barcelona también aunque menos en verano entras al metro a veces y parece que alguien ha lanzado una bomba fétida dentro del vagón. Con lo rico que es ducharse. Y no hablo de derelictos como los okupas o los de la CUP o PODEMOS o los votantes de Colau, sino de gente de la llamada normal. Hay mucha gente de la llamada normal que no se ducha todos los días. Deberían imitarnos a nosotros los sudacas en eso. Los sudacas se duchan todos los días. A mí es de las cosas que más me gustan.

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© Juan Abreu, 2006-2019