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Viernes, 19 de octubre de 2018

En España nunca se ha entendido que el castrismo no es una ideología ni un movimiento político, el castrismo es una forma de lepra social. Rebaja los estándares de civilización, de decencia, aniquila el buen gusto la respetabilidad la honorabilidad y aumenta, proporcionalmente, la bajeza, la falsedad, la vulgaridad, el fanatismo, la cobardía, la vileza y la ausencia de decoro y de rectitud moral. Su mayor propósito es convertir la sociedad de ciudadanos libres e iguales en un rebaño sumiso y degradado. Juega en nuestra contra que la especie viene del rebaño y añora el rebaño.

De parte del castrismo, además, está que todo ser humano anhela secretamente un Amo, de ser posible un Amo testicular, severo y cruelmente paternal. De ahí el éxito y el apoyo social de dictadores como Pinochet, Fidel Castro o Franco. Sus oponentes siempre fueron minorías, admitámoslo.

Ser libre y vivir libremente es difícil porque es un arte solitario y estamos hechos genética y evolutivamente para la turba y la tribu. Una sociedad libre y civilizada es una suerte de milagro, algo que no sólo hay que defender de lepras como el castrismo, también de nosotros mismos.

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© Juan Abreu, 2006-2019