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Martes, 18 de septiembre de 2018

Mi sexualidad de un tiempo acá (antes no tanto) está bastante relacionada con el alcohol. En lo que concierne a lo inmediato. No es que el alcohol me desinhiba. Yo siempre estoy desinhibido. No. Tiene que ver con un incremento del deseo. Dos copas de champán me bastan para querer follarme a todas las mujeres que estén a mi alcance. Mi deseo es fundamentalmente un deseo heterosexual. Lo demás es juego de ocasión. Yo estoy digamos normal comiendo o cenando con amigos y después de beberme unas copas de vino o varias cervezas, o de beber el ideal champán, el panorama sexual cambia drásticamente. Donde antes no había deseo alguno de súbito hay unas ganas muy considerables de follarme a las camareras o a las vecinas de mesa. Sobre todo a las camareras. Las camareras son, como las pijas, sexualmente especiales procuran un extra de satisfacción sexual. Da igual si son dos o tres las camareras. Para resquemor de mis enemigos todavía puedo con todo. Así son las cosas.

Y al escribir esto no sé por qué pienso en el pobre Javier Bardem.

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© Juan Abreu, 2006-2019