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Jueves, 2 de agosto de 2018

Para G.

Estoy trabajando en el segundo volumen de Emanaciones (2012-2015). Y encuentro esto: “Yo tenía una amiga que me dijo que ella, antes, era muy primitiva y en fin un producto de la educación católica y de la hipocresía humana tan extendida y dominante durante milenios y se hacía mil pajas y follaba con el marido exclusivamente y una vez al mes. Y que cuando decidió liberarse, junto al marido, naturalmente, estuvieron un tiempo follando con aquel y con aquella y no es que se lo pasara mal se lo pasaba muy bien, pero tenía la impresión de que lo hacía por complacerlo a él. Y que un día que estábamos follando ¿te acuerdas? (yo no me acordaba) me contó lo de esa impresión que tenía y que yo le dije no, tienes que hacerlo por ti, por tu placer primero y después por el suyo, es muy importante porque si no tendrás, sí, mucho más de lo que tiene el monito común (dijiste monito común, me hizo mucha gracia) pero no lo que debe ser. Y que después que le dije eso seguimos follando y esa fue la primera vez que lo hizo para ella, no para complacer al marido, y se corrió diferente como más personal y auténticamente. Más rico. Dijo.”

Ay, cariño, qué ha sido de ti.

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