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Lunes, 2 de julio de 2018

Cuando veo al candidato Margallo en televisión, me duermo de golpe. Ayer apareció en la pantalla mientras bajaba la escalera y poco faltó para que me descalabrara. En algún momento, pensé que Margallo podría servir, por ejemplo si fuera capaz de dormir por cinco o diez años, mediante un discurso televisado, a todos los nacionalistas catalanes y vascos. De esa manera, España tendría una oportunidad de recuperarse del pestífero efecto de los nacionalistas catalanes y vascos. Pero. Comprendí enseguida que Margallo no podría hacer un discurso suficientemente largo como para dormir a toda esa morralla porque se dormiría a sí mismo mucho antes de conseguirlo.

Y ya en lo de las elecciones en el PP. A ver. A la pequeñez que dice que ahora hará en Cataluña todo lo que no hizo en Cataluña cuando era la vicepresidente del Gobierno encargada de lo de Cataluña, ¿quién puede tomarla en serio?

¿Y la señora Cospedal? Bueno, de la señora Cospedal si la sacamos de aquella fantasía mía donde se refocilaba con la actriz Elena Anaya, queda muy poco. Fuera de mi fantasía es sólo una señorona adocenada y algo burra.

¿Y Casado? Se me perdonará, pero Casado es una especie de chiquilicuatre bonitillo y de bolsillo. ¿Puede ganar? No digo que no. Este es un país al que ha presidido un idiota subnormal como Zapatero y al que en la actualidad gobierna un oportunista babieca. Todo es posible en esta España cada día más irreal más vacua y más chochotizada.

El problema del PP es que el mejor candidato de los que se han presentado para dirigir el PP, es Cayetana Álvarez de Toledo, que no se ha presentado.

Y a todas estas Ciudadanos se diluye en tarjeticas sanitarias eutanasias y trilingüismos, mientras se articula el derrumbe de España. El único tema relevante en la España de hoy es la abolición de las autonomías.

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© Juan Abreu, 2006-2019