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Lunes, 25 de junio de 2018

José Rosiñol, presidente de Sociedad Civil Catalana, ha dicho que los ciudadanos libres e iguales de Cataluña no deben quitar los lazos amarillos de los golpistas, como han venido haciendo. Que así se evita la confrontación civil, y se disminuye la tensión social. Y aconseja llamar a los mossos, es decir a la policía de los golpistas, para que los quiten. Debe ser un chiste. A ver, traduzcamos al español. Lo que está diciendo Rosiñol es que abandonemos el campo de batalla a la minoría (sí, minoría) golpista e independentista y antiespañola y racista. Lo que dice Rosiñol no es nuevo, es el catecismo de la rendición española a los racistas tribales desde 1978 (incluida la Constitución, que ya era y es suicidamente complaciente con las tribus antiespañolas). Conozco a Rosiñol, de vista, de una vez que acudí a un acto donde hablaba María Elvira Roca, y él estaba allí y dijo algo. Me pareció un hombre bien intencionado. Pero ya entonces, me molestó un poco su almita catalana y catalanista expuesta sin rubor.

La minoría golpistas racista y antiespañola en Cataluña ha ganado no sólo por la traición sostenida y siniestra del PP y el PSOE a los ciudadanos españoles libres e iguales, sino por esa mansedumbre que se predica en general a los ciudadanos libres e iguales, esa mansedumbre que dice: dejémosle el territorio al enemigo. Pero. No. Es al revés, hay que defender el territorio. En las calles también, naturalmente.

En las calles sobre todo.

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