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Lunes, 14 de mayo de 2018

Y por cierto en la mítica fiesta donde tuvo lugar el encuentro ya legendario entre Espada y la alcaldesa Colau, mientras devoraba una cazuelita de garbanzos que me cedió generoso Espada, y que estaba riquísima (eso y una croqueta fue lo único que pude cazar en toda la noche, la competencia era feroz) vi junto a la barra a dos pasos como se dice a Fernando Aramburu, y me sorprendió su estatura (ya lo dije), no sé por qué había imaginado a Aramburu como un hombre alto cosas del cerebro. Pero era más bien bajito debo sacarle una cabeza calculé sin dejar de tragar. Corpulento sí, o más bien cuadrado y como pedregoso, será la cosa vasca me dije. Y poco después encontramos a Néspolo comentarista cultural y Espada preguntó si nos conocíamos y claro que nos conocemos, Néspolo fue de los primeros que me entrevistó (creo) cuando hace años publiqué Garbageland y después algo ha escrito (muy poco) sobre mis libros, sí. Néspolo debe tener un millón de literatos asediándolo, pobrecillo. Y creo que entonces fue que vi a la tetona espléndida. Si hubieran venido dos o tres como ella habrían ocupado todo el espacio disponible en las laberínticas trastiendas del Dry Martini. Qué tetas, pensé, y ya no pude pensar en otra cosa. Me acerqué, claro. Y le dije con esa voz que puedo poner a veces y mis ojitos verdes saltando de su rostro a sus tetas dos como tú hoy aquí y no hubiera cabido nadie más… y … ¡se rió! Las mujeres son maravillosas qué les puedo decir. Y si no hubiera sido porque ya estoy retirado a saber qué hubiera pasado. Sí, ya sé, mi edad, pero es que todavía me funciona el pito perfectamente. Y además recuerden que yo nací mirando hacia atrás, y desde ese primer instante en el exterior y en la luz quedé prendado del lugar del que salí o más bien me expulsaron y he dedicado casi toda mi vida a acercarme una y otra vez a ese lugar y a meterme dentro cada vez que me han dejado, es el mejor lugar sobre la tierra eso lo sabemos todos.

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© Juan Abreu, 2006-2019