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Lunes, 16 de abril de 2018

Málaga (1)

En cuanto estoy instalado en el asiento del avión, me pongo a leer El Hielo, la novela de Sorokin. Le leído ya casi doscientas páginas y hasta el momento me gusta más El día del oprichnik, que fluye como un rayo envenenado. El hielo está demasiado construida y despide un algo sentimental y un lloriqueo ecologista que me repele. Avanzo lentamente por la lectura porque llevan media hora soltando las inutilidades de costumbre por los altavoces del avión, ¡y en tres idiomas! Comprendo que lo digan en español, el idioma del país, y en inglés, el idioma del mundo, pero ¿por qué hay que volver a repetirlo todo en catalán? Es la típica imposición tribal (y en consecuencia imbécil) que los catalanistas y los independentistas y los golpistas catalanes le endilgan al resto de los españoles, es el fake fact del país propio y del ciudadano catalán, esas aceptadas invenciones impuestas a todos.

Ya en Málaga y en su aeropuerto evidentemente diseñado por un demente, después de casi una hora buscando el sitio donde recoger el coche que hemos alquilado, ponemos rumbo a Algeciras. Y viniendo de la gris y sombría Barcelona (en todos los sentidos) produce un especial regocijo adentrarse en la luz del Sur.

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© Juan Abreu, 2006-2019