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Lunes, 15 de enero de 2018

Voy leyendo a Kafka por la época de Kafka naturalmente lo que significa que están muy presentes las purulencias del nacionalismo checo y alemán y ruso y el estercolero prusiano (ano) y pústulas diversas en Praga y por todo aquello y es la antesala de la primera guerra, como sabemos, tímido ensayo de la segunda y sus campos de exterminio y gulags y el mar de abyección y mierda en que se convirtió Europa: y voy notando que al fondo del horror siempre están las lengüitas. La lengüita propia y distintiva siempre uniformada siempre racista y mientras más pequeña más siniestra y fanática e imbécil y cegata naturalmente. Las lengüitas disfrazadas de modosas tenderas pero en realidad ponzoña mortal.

Hay que luchar con el mayor vigor, pienso, por dejar en el mundo dos o tres idiomas a lo sumo hay que barrer del mundo toda esa montaña de mierda venenosa de las lengüitas y de la pretendida diversidad qué bonita pero en verdad gigantesco nido de alimañas y fuente purulenta de atraso y violencia y crimen y racismo y mierda y fábrica inmensa de ponzoña y a fin de cuentas lo opuesto a la idea del ciudadano planetario que es el único camino para el Progreso y la Civilización. No hay ningún bien para la Civilización ni para el Progreso de la Humanidad en esa profusión de lengüitas sólo hay nostalgia de la cueva y salvajismo y racismo y crimen en ciernes y tribalismo berreador hay que eliminar todas esas lengüitas y buscar activamente un mundo donde existan dos o tres grandes idiomas a lo sumo si es que queremos sobrevivir. En presencia de alguien que intente imponer su lengüita frente a un gran idioma hay que saber que estamos ante un representante de la peor basura humana y ante un asesino en potencia.

Y cuando termino de leer me entero de que en una provincia española un grupo de cavernícolas pretende imponer el bable. ¿Qué coño es el bable?

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© Juan Abreu, 2006-2019