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Miércoles, 6 de diciembre de 2017

Un día como hoy, según se dice, mi hermano José salió de Cuba, hace treinta y cuatro años. Es un día para celebrar. Sólo a partir del momento en que el avión que lo llevaba a España alcanzó cierta altura y se alejó lo suficiente de la isla fue mi hermano libre por primera vez. Imagino cómo se sentía porque debe haber sido algo parecido a lo que sentí yo cuando la embarcación que me sacaba de la isla se adentró en el mar y la costa se perdió (para siempre) en el horizonte. Es un día para celebrar. No sólo la libertad adquirida, sino la vida vivida y el trabajo realizado. En el caso de mi hermano José, una obra literaria extensa y formidable, que abarca todos los géneros: poesía, cuento, novela, teatro. En estos días, por cierto, se estrena una de sus últimas obras en Miami. Se las recomiendo mucho. De los tres hermanos, mi hermano José es el más trabajador. Ayer me anunció el envío del manuscrito de un nuevo libro de cuentos. En condiciones difíciles, escribiendo después de trabajar para comer y pagar un techo, ha levantado a lo largo de todos estos años en el exilio una obra monumental, mi hermano. Los fatuos comentaristas, los antólogos sin obra, los policías de las dos orillas y en fin los hijos de la pacotilla y los siempre a la venta lo han ignorado, y han ignorado su obra, lo que inalterablemente nos ha hecho sonreír. Que toda esa fauna no se haya enterado aún de que se escribe para ser libre y sobre todo se escribe para estar contra esa fauna. Pero hoy es un día para celebrar. Muchos más libros. ¡Salud!


Nada cambiará

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© Juan Abreu, 2006-2019