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Lunes, 4 de diciembre de 2017

Estoy en el año 1887 Kafka tiene catorce años y los alemanes de Praga odian a los checos de Praga y los checos de Praga odian a los alemanes de Praga y ambos, checos y alemanes de Praga, odian a los judíos de Praga como es natural. Cuando uno lee en los libros el pasado europeo y ve en esos libros el corazón de Europa lo que ve es un estercolero racista. La bajeza tribal el hedor de las identidades y el montón de mierda descomunal de las patrias de la tierra nuestra (qué coño querrá decir eso) y de las jerigonzas propias y el odio al diferente al otro todo eso es poderosísimo y si alguien piensa que la llamada civilización lo ha domado lo mejor es que se vaya olvidando.

Regresará. Ya está regresando. Nunca se ha ido.

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© Juan Abreu, 2006-2019