3423

Miércoles, 22 de noviembre de 2017

Termino de leer Sin destino y me quedo un rato mirando por la ventana y considerando el hecho extraordinario de que una novela sea (quiero decir contenga, diga, exprese o exponga o haga sentir de alguna manera) el horror de los campos de exterminio nazis de forma más poderosa, según mis lecturas, que libros de memorias sobre el mismo tema. Kertész estuvo allí en esos campos muy joven un adolescente y sobrevivió, pero escogió para contar su experiencia escribir una novela. El poder del texto de ficción y su eficacia para explotar un territorio que parece corresponder naturalmente, podría decirse, a la escritura memorística, me ha sorprendido. Y luego está el final, tan honesto que se vuelve antinovelístico y fisiologicamente real y verdadero.

Comentarios

© Juan Abreu, 2006-2019