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17 de septiembre de 2017

Ayer fui a Barcelona a pasear el perrito y alguna cosa más y dando un largo paseo llegué a La Rambla. No hay aún bolardos pero sí, ahora que no hace falta, furgonetas de policías y la presencia policial que antes no estuvo ahora está. La alcaldesa Colau y su Pisarello (o al revés) están demasiado ocupados dirigiendo a las fuerzas fidelistas sublevadas contra España y lo español así que se entiende que todavía no haya bolardos. Caminé los seiscientos metros del escenario del crimen islamista y musulmán hasta lo de Miró y era como si allí no hubiera pasado nada. Esa fue mi impresión y me dije y después le dije a Marta: aquí lo que hay es que procurar que no te maten los religiosos musulmanes e islamistas porque el supuesto dolor etcétera y el rasgarse las vestiduras y las plañideras es decir la escenificación humanitaria de la gente que sigue viva dura un par de días a lo sumo. No es que los culpe ni nada de eso, somos así. Estuve de pie un rato allí en el lugar donde yacieron los cuerpos reventados y como si no fuera suficiente con la abyección de la vida que sigue me encuentro este cartelito de mierda.

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© Juan Abreu, 2006-2019