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10 de septiembre de 2017

“En cuanto al pueblo, es en todas partes de la misma naturaleza: dad seis francos a un mozo de cuerda para que grite ¡Viva el Rey!, y os complacerá, y al cabo de un instante gritará por tres libras ¡Muera el rey! Metedle ideas estrafalarias en la cabeza, y en un día desmantelará una ciudadela de mármol. No tiene leyes, ni normas, ni religión. Sus dioses son el pan, el vino y la holgazanería; cree que la libertad quiere decir impunidad, que aristocracia significa tigre, que demagogo quiere decir pastor enamorado de su rebaño. El pueblo, en última instancia, no es más que un animal de un tamaño inmenso que no razona. Las cárceles de París están llenas de presos, todos ellos miembros del pueblo sublevado contra el rey. Que alguien vaya a decirles: os abro la puerta de vuestra prisión si os comprometéis a hacer saltar por los aires la sala de la Asamblea; aceptan y van. Todo pueblo es una unión de verdugos”.

Esto de Casanova, para poner un poco al pueblo en su sitio, ahora que en toda España pero sobre todo en Cataluña asoma el pueblo su hedionda cabeza.

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