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8 de agosto de 2017

Tengo algunos amigos independentistas y no hablamos del tema y ya por no hablar no hablamos de política catalana o que tenga que ver con Cataluña. A cada rato como quien no quiere la cosa alguno de ellos si es propicio por la conversación dice algo acerca de lo absurdo de perder amigos por la política. Yo lo miro y no digo nada y siento cierta pena. Porque. Si la sedición catalana sigue su camino y se cierran aún más los bandos estos amigos y yo ya no seremos amigos. No puedo ser amigo de sediciosos ni amigo de nacionalistas ni amigo de gente tribal a fin de cuentas. Es como si me pidieran ser amigo de un fidelista de los que arrasaron la isla y la han sometido a la abyección del nacionalismo (porque eso es lo que hay en Cuba, no se dejen confundir: Patria o Muerte). No soy amigo de esos fidelistas nacionalistas cubanos y no lo seré de los nacionalistas catalanes. Estaremos en lados opuestos llegado el momento, yo de parte de la ciudadanía y del ciudadano libre e igual y ellos de parte de la tribu, del oscurantismo de la manada y de la jerigonza sacra y propia y de la pertenencia a un rebaño sentimental. Y no será agradable, naturalmente.

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© Juan Abreu, 2006-2019