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27 de julio de 2017

Lo de la vejez aumenta mi amor por la inmovilidad (que irá creciendo hasta la inmovilidad final, supongo). Se va acercando agosto por eso lo digo y a la gente le entra una especie de locura por irse de aquí para allá. Yo no. Yo me quedaría trabajando tranquilamente y leyendo y saliendo al jardín de vez en cuando y paseando por el pueblo o por el parque con Marta y el perrito. Por qué dejar mis rutinas que tanto me gustan para irme a algún sitio la verdad es que no me interesa ver otros sitios. Para qué. Todo es lo mismo en el fondo, ¿no? Cambiar de escenario no cambia nada importante es sólo cambiar de escenario. Y está lo de la gente además que es cada vez más fea hay más gente fea ahora que antes me parece, ¿no? Y de las mujeres hermosas que sí las hay (los hombres son horrorosos) ya no es como antes no quieren acariciarme o dejarse acariciar ya no me dan acceso a sus dulces cuerpos como antes por lo de la vejez así que qué sentido tiene salir por ahí a verlas es una especie de tortura. Qué fue, dónde se ha ido la gloria del verano, ¿no?

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© Juan Abreu, 2006-2019