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20 de julio de 2017

Me rindo a la evidencia y opero al perrito. Le evita enfermedades y hace más probable que tenga una vida saludable. Resistí bastante. Pero al final me dije no debes pensar en el perrito como si el perrito fueras tú, si fueras el perrito tu vida no tendría sentido sin perritas. Pero. No eres el perrito. Me sentí mal y bastante culpable cuando lo vi tumbado y trató de incorporarse aún medio anestesiado y las patas le flaqueaban y luchaba por acercarse a mí pero no lo conseguía y me miraba como diciendo qué pasa ¿es que el mundo ha perdido su rutinario esplendor? Me senté a su lado y lo acaricié hasta que se recuperó completamente. Han pasado varios días ya desde la operación y el perrito ha vuelto a ser él y corretea por el patio e irradia vitalidad y tengo que vigilarlo para que no se lama la herida. También se lame el pito con enorme gracia y lo envidio mucho claro está. Si alguien viniera a hablarme ahora mientras el perrito se lame su propio pito de la superioridad humana, me reiría bastante francamente.

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