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17 de julio de 2017

Nadie lo dirá así que lo haré yo: imponer el euskera o alguna otra jerigonza menor y prescindible sobre el español en España no sólo es enormemente estúpido, es criminal. Condenar a los niños españoles que viven en el llamado País Vasco (todos los niños que viven allí) al euskera tribal como primera jerigonza sobre el español planetario es condenar a esos niños a una formación tribal por encima de una formación planetaria. La aldea sobre el planeta, la jerigonza inútil sobre el idioma poderoso, la poción mágica de Obélix sobre la penicilina. Es una actitud suicida y criminal y lo más incomprensible es que el Gobierno español no sólo lo permite sino que lo aplaude y financia.

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