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Bueno. Ya que nadie lo dice lo diré yo. Dios ha vuelto a matar, esta vez en Manchester. La Religión ha vuelto a matar, esta vez en Manchester. Los musulmanes adoradores de Alá han vuelto a matar, esta vez en Manchester. El asesino que llevaba la bomba y que afortunadamente reventó era un musulmán primero y sólo después inglés por mucho que quiera la prensa ocultarlo. Primero musulmán y primero religioso adorador de Alá, y sólo después, nominalmente podríamos decir, inglés, ciudadano británico. Da asco leer los periódicos españoles y supongo que así estarán los de toda la rendida Europa. Son mucho mayores, infinitamente mayores las posibilidades que tengo de salir ahora mismo al jardín y encontrarme bajo el olivo un hipogrifo que las posibilidades que tengo de encontrar en la prensa española la palabra musulmán, o la palabra religioso, o la palabra dios relacionada con el bombazo de Manchester. Musulmán, Dios, Religioso las únicas tres palabras que verdaderamente tienen todo que ver con el asesino y todo que ver con su repugnante crimen. Las tres palabras que han hecho posible el crimen y sin las cuales ese crimen no sería posible: Dios, Religión, Musulmán. Matan en las discotecas, en los paseos, en los conciertos y en las calles. Y ni siquiera nos atrevemos a nombrar a los culpables. De ese tamaño es nuestra cobardía y nuestra rendición.

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© Juan Abreu, 2006-2019