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Viene La Giganta. Siempre me da un gran placer ver a La Giganta es el mayor placer de un escritor ¿no? tener delante y tocar a y reír con uno de sus personajes y que ese personaje sea de carne y hueso. Carne y huesos muy bien dispuestos y como si fuera poco el único chochito depilado que me gusta. Bebemos té sentados a la vera del olivo metidos en una anaranjada luz. Es el atardecer. Y hablamos de los buenos tiempos. De aquella noche memorable debajo de una mesa y del viaje a Menorca y de aquella foto ya clásica de La Giganta desnuda en la carretera avanzando hacia el faro y de los baños de barro y ah sí cómo no venga acá niño malo y yo pensé que me agarraría de la oreja pero me agarró del pito y así me llevó yo como un corderito ciertamente: Sí señora. Vida es lo que uno ha vivido siendo libre e ignorando las normas aceptadas las normas aceptadas son para los cobardes me digo y se me ocurre que sería estupendo pedirle a La Giganta que me enseñe otra vez el único chocho depilado que me gusta pero el momento es tan perfecto que decido que eso puede esperar.


Los buenos tiempos. Fotografía de Pedro Portal (detalle).

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