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Vamos con los amigos a celebrar el triunfo de nuestra actriz Jacas y en un cambio de bares, transitando por las sucias y meadas calles de la Barcelona vieja, conversamos el amigo Hernández Busto y yo de Léautaud. En principio estamos de acuerdo en que la aproximación de Léautaud al sexo es mezquina. Y misógina, abundo. Bustos señala el hecho, para él importante (así Pla), de ser Léautaud un hombre que no quiere tener hijos. Bien. Pero a mí este me parece un detalle menor. Lo de los hijos es periférico, creo, lo principal es la misoginia un misógino no folla a fin de cuentas con alegría. Y diría más un misógino sólo puede follar con verdadera alegría con un igual: otro hombre.

No hay generosidad ni júbilo sexual en Léautaud, decimos, hay sí por el contrario una especie de miseria carnal una suciedad carnal que está relacionada en primer lugar con que Léautaud considera inferiores a las mujeres. Lo que nada tiene que ver con el gran escritor que es o incluso tal vez lo haga ser el gran escritor que es.

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