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A cada rato sale Milanés con alguna monserga supuestamente disidente (para promover un disco) y la prensa española le hace el caldo. Siempre con los canallas y los cómplices debería ser el lema oficial de El País en lo tocante a la dictadura de Cuba. Pablo Milanés fue y es uno de los baluartes ideológicos y propagandísticos de los hermanos Castro, los dos asesinos que han convertido la isla en el estercolero que hoy es. Estercolero y casa de putas, de los españoles especialmente, y de los europeos en general. Las canciones siniestras y rastreras de Pablo Milanés, dedicadas a musicalizar el crimen castrista, ¡por amor se está hasta matando! pasarán a la historia como ejemplos de colaboracionismo y miseria moral.

Mientras los jóvenes cubanos vivíamos vigilados, perseguidos, envilecidos y esclavizados, Milanés cantaba a la dictadura que vigilaba, perseguía, encarcelaba y fusilaba y esclavizaba a esos jóvenes cubanos y hacía carrera y carrerilla a costa de nuestra esclavitud. Esa es la simple e ineludible verdad.

En los últimos años, Milanés quiere hacerse pasar por disidente y por crítico pero esa mercancía podrida sólo se la compran los puteros de El País y la policía cubana a la que conviene muchísimo este tipo de sumisión disfrazada de crítica. Pero para los que vivimos la Cuba de los Castro y sufrimos a su cantarín perrito faldero Milanés, Milanés siempre será lo que fue y es, un cómplice de la dictadura y un canalla.

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