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Miami (5)

En la presentación en la Feria poca gente llueve a cántaros sobre Miami ni mi propio hijo puede llegar se queda atascado en un tráfico infernal. Pero me lo paso bien. Viene un profesor de una universidad escocesa que ha escrito una tesis sobre mi trabajo y trae todos mis libros para que se los firme. Los firmo. Hablo de Reinaldo y de lo que sufrió en la isla a manos del fidelismo. No hay buena literatura sin dolor, tal vez, pienso. Entre las más finas alegrías de la noche una muchacha muy joven que habla español con acento, ha crecido en Miami, y que me trae mis dos libros, me interesa mucho todo lo de Cuba, soy hija de cubanos exiliados, me dice. A mí me emociona francamente y me hace sentir como una brisa optimista que muchachas y muchachos así existan: uno siempre piensa que la juventud hija de cubanos pero ya norteamericana no se interesa por lo que vivimos ni por el testimonio escrito que nos empeñamos en dejar. No sé cuántos como ella habrá, seguro no muchos. Pero eso no importa en asuntos así siempre los pocos hacen la diferencia.

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© Juan Abreu, 2006-2019