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Hablaba con la carnicera el otro día mujer esbelta aunque algo reseca, y no sé como apareció en la conversación un hijo, ella tiene varios. Y dije: Mejor no me hagas escoger entre un perro y un niño. Ella se escandalizó bastante. Y otro que trabaja con ella abrió mucho los ojos ¡oh pero qué monstruo oh! Era como si les hubiera quitado el sentido a sus vidas y eso fue probablemente lo que ocurrió. Pero. Es fácil verlo, el hijo condicionará hasta el último día tu vida y como si fuera poco puede salirte drogata o canalla o imbécil o comunista o ladrón o asesino ¡puede hasta matarte ese hijo!, un perrito te va a dar menos problemas eso es seguro. Un hijo es un ser humano ajeno y tiene sus propios intereses. No eres tú, que es lo que importa, seamos honestos. Es verdad que ante el peligro, nos interpondríamos entre el peligro y el hijo, pero no es mérito nuestro ni dice nada de nosotros o de ellos no es más que otra trampa de la genética, que ha determinado (siguiendo un criterio por cierto no de humano civilizado sino animalmente determinista) que los genes del hijo ya valen más.

Lo de los hijos está muy sobrevalorado. Somos la única especie que ha logrado escapar al siniestro ciclo de la Evolución va siendo hora de que superemos la sangrienta reproducción primitiva y sus ataduras anexas ¿no?

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