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Sigo con el libro de Harari que sube y baja. Baja, por ejemplo, cuando intenta establecer paralelismos entre ciencia y religión. No es cierto que la religión esté interesada sobre todo en la verdad, por el contrario, su papel es defender (e imponer si puede) la mentira. Ah, por cierto, la famosa donación del emperador romano Constantino al Papa Silvestre I, que permitió a la Iglesia hacerse (durante siglos) con el control perpetuo de la parte occidental del Imperio romano, es una falsificación realizada por los empleados del Papa. Jamás hubo ninguna Donación de Constantino. Hablando de amantes de la verdad. La religión es y ha sido una maquinaria política, ideológica, y un negocio y sobre todo un muro de oscurantismo y un obstáculo para el avance de la civilización. Ay, Galileo. Me cuesta trabajo escribirlo pero Harari llega a sonar a veces en las páginas que dedica a este asunto un poco simplón.

Pero. Entonces llego a la tercera parte del libro y al libre albedrío (es decir a su ausencia) y la enorme inteligencia y la capacidad de esclarecer y de mostrar con nitidez de Harari alcanza momentos formidables.

Cómo disfruto. Una gran inteligencia es la mayor fuente de placer para mí.

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