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No pensaba decir nada más sobre el viaje turístico iniciático del poeta Villegas a Cuba. Pero. Su última crónica. A ver. Según Villegas, el resultado de cincuenta y siete años de dictadura y privaciones en Cuba es que los cubanos han alcanzado una especie de nirvana racial. Y de súbito, ¡epifanía!, Villegas descubre que él también pertenece a esa raza superior. “Ser cubano, como ser murciélago, es una experiencia intransferible, inmodificable, intraducible”. Dice Villegas, ya murciélago. ¡Aleluya! El lugar de nacimiento como arcadia y como piedra filosofal. Acto seguido, Villegas habla con dos seres que farfullan de esa forma ininteligible que caracteriza al Hombre Nuevo Cubano, y Villegas ¡San Lázaro bendito! descubre que aquel ulular simiesco (staccato, para Villegas) es en verdad un lenguaje superior ¡su amado lenguaje tribal! Ha regresado a la semilla, al luminoso corazón patrio y racial.

Todo un poco nazi… ¿no? Pero deben ser cosas mías.

Más tarde Villegas atraviesa la ruinosa pero imperial ciudad y llega a la casa de la ¿escritora? Wendy Guerra. Allí se encuentra con una editora catalana (¿de dónde si no?), con un “joven filósofo mexicano”, y con un periodista chileno que, por lo que dice, parece el clásico canalla que va a hozar en la tragedia ajena para sentirse importante. A este sujeto toda la miseria material y moral que lo rodea le parece edificante. Y para él la esclavitud que padecen los cubanos es apenas una “ muy alta restricción en la expresión intelectual”. Mientras el chileno parlotea, Villegas bebe su coñac y medita, y la catalana no se sabe qué hace, tal vez se ha encerrado en una habitación con su perra (una preciosa vizsla) y el joven filósofo mexicano. Todo esto, mientras la criada uniformada de Wendy Guerra sirve a los señores. ¿Le pagarán la seguridad social? Me pregunto, leyendo. Se la follará (sí, digo follará, y qué) el señorito (en este caso la señorita Guerra) como (dicen) hacían los señoritos de la corrupta república. Ya. Preguntas de mal gusto. Pero, ay, necesarias.

Con ellas doy por terminado (creo) este intercambio con el poeta Villegas.

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