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New York (7)

El hotel tiene un robot en el lobby que se encarga de las maletas y hace que todas las noches cuando me acuesto piense en mi mayor desgracia: haber nacido demasiado pronto. Siento una gran envidia de los humanos del futuro que habitarán un mundo lleno de máquinas maravillosas y desconocerán la muerte y la podredumbre. Me consuela la idea eso sí de que tal vez alguno de mis cuadros sea parte de esos tiempos futuros donde no estaré, pero tampoco es gran cosa como consuelo sinceramente. Escucho el rumor de la ciudad acostado y recuerdo la primera vez que vine y desperté de madrugada y sentí una avasalladora presencia y fui hasta la ventana y nevaba sobre Manhattan nunca lo he olvidado y nunca lo olvidaré.

Un cuadro de Alice Neel, entre lo que más me ha gustado de este viaje. El retrato inacabado de James Hunter cuyo cuerpo apenas está dibujado con un trazo vigoroso y ocre. Neel veía la humanidad de forma anti ilustrativa sus retratos sacan a la luz el carácter gomoso (y hasta esa neblina de la que a veces hablo aquí) de lo humano, algo que también encuentro en Guston. El cuadro está en una exhibición en el antiguo Whitney, que ahora es parte del MET, un edifico espantoso y soviético apenas uno entra dan ganas de salir huyendo como pasa con todo lo que recuerda cualquier cosa soviética todo lo soviético es tosco y grosero hasta extremos insoportables.

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© Juan Abreu, 2006-2019