2208

Me levanto a orinar como a las cuatro y la ballena ha regresado. Está más fosforescente creo porque su luz alcanza las ramas del magnolio y eso no sucedía según recuerdo. Hay casi frío aunque no llega y me inclino hacia adelante sin alcanzar la tela de araña, teniendo cuidado de no estropearla. Ni siquiera se me ha ocurrido pintar la ballena es algo que sé que no es posible. Con las palabras puedo picotear los aledaños pero con la pintura no vale la pena siquiera intentarlo. Me limito a estar aquí un rato contemplándola como a una criatura de la noche más.

Y soy feliz.

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© Juan Abreu, 2006-2019