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¡El escritor que se pelea con la izquierda está perdido! decía el francés Alejo Carpentier siempre cómplice siempre oportunista y siempre lameculos del castrismo. Tenía razón. Véase la carta de Carlos Barral, editor, a Guillermo Cabrera Infante. Dicho sea de paso, nunca me ha gustado Barral por fidelista pero además por su barba ridícula y sus aires de poeta quiero decir que siempre en las fotos parece a punto de tener una crisis hemorroidal.

Dice GCI (página 483): Carlos Barral leyó mi entrevista para escribirme una carta que quiere ser insultante y es solamente torpe. Más que torpe, ebria de celo revolucionario. Este jefe (de empresa) que ha decidido defender el comunismo en la Muy Fiel Isla de Cuba hasta la última peseta ajena y hasta el último cubano, descubría que mi inglés es “de inmigrante” (no lo será así que pasen cinco años: será entonces inglés “de naturalizado”) en el mismo párrafo en que escribía Topica en vez de ¡Topeka! Esta es la última carta que me escribirá Barral, como Tres Tristes Tigres fue mi primer y último libro para (Seix-) Barral, el sentimiento de asco es mutuo. Pero quiero tocar esa viscosidad ahora para citar el final que es una coda: “Comunico esta carta… a la Casa de las Américas, a los que seguramente extrañaría mi silencio”. Una vez más tiene razón Orwell: No hay que vivir en un país totalitario para dejarse corromper por el totalitarismo.

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