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Duermo de un tirón hasta las nueve y media cosa inusual porque a las ocho suelo levantarme pero estaba soñando cosas muy agradables una mujer hermosa me la chupaba y yo pintaba cuadros perfectos como quien come o bebe y además tenía otra vez aquella paz sentado en algún sitio bajo un árbol frente al mar el tipo de paz que buscamos toda la vida y que jamás llega o sólo raramente y por un breve espacio de tiempo. Desde que la perdemos nos pasamos la vida intentando regresar a esa existencia a salvo sin éxito y en el camino nos inventamos actividades supuestamente importantes para llenar el agujero. Eso que llaman crecer y madurar no es más que acercarse sumisamente a la extinción vaya mierda.

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© Juan Abreu, 2006-2019