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En un estremecedor documental que he estado mirando encuentro a Hiram González, un hombre admirable al que tuve el honor de conocer en Miami. Hiram, preso político, compartió celda con Bienvenido Infante un joven de gran sonrisa y elegante perfil y cuenta en el documental cómo Bienvenido el día en que lo iban a fusilar se afeitó y se acicaló lo que pudo. Extrañado, Hiram le preguntó: Bienvenido, ¿para qué te afeitas tanto?
Es que quiero morir bonito, respondió el muchacho.
Ayer pinté a Bienvenido y pintándolo pensé nunca olvidaremos Bienvenido y, lo más importante, nunca perdonaremos.
Lo del perdón está muy sobrevalorado pero en el fondo no es más que cobardía y mierda.