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Pamplona caliente para la época me dicen y el cine lleno y la gente muy amable y mientras veo el documental por tercera vez pienso: no se puede escapar. A cada rato me digo no volveré a escribir ni a pensar siquiera en esa gentuza los castro y su isla letrina. Pero. La indignación me regresa siempre la indignación. Sólo indignación, no odio. Como dijera la gran Martha Frayde: No es que odie, es que no he perdido la memoria.

Andrea Domamelones aparece montando un monopatín y en el conversatorio que sigue a la proyección digo que de aquí a cien años cuando nadie se acuerde de quiénes fueron los Castro ahí seguirá la escuela y los muchachos estudiando en ella y creando con suerte cosas hermosas y el arquitecto Porro habrá triunfado. Ya ha triunfado Porro, mirándolo bien.

Y a la mañana siguiente enfría un poco muy agradable y voy al museo que ha diseñado Moneo y esta ciudad bien alimentada y satisfecha aunque un tanto carcomida por el nacionalismo como casi todo en España y paseo con Javier un hombre alto y feliz bajo el sol y contemplamos la ciudadela desde arriba qué hermosa vista y hay pamplonesas de muy buen ver voy viendo culos y tetas que es la cúspide de la vida y comemos unos pinchos de milhojas de alcachofa con solomillo y foie y una cazuelita de ajoarriero.

Y bebemos cervezas heladas.

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© Juan Abreu, 2006-2019