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Hoy nuestro Espada habla de la prostitución. Es un tema interesante. Yo creo que la prostitución debe regularizarse y los que decidan dedicarse a ella, por el motivo que sea, han de disfrutar de un marco legal, como cualquier otro ciudadano. Que paguen sus impuestos y tengan los derechos y deberes de cualquier otro trabajador. Más allá de eso, el gobierno debe mantenerse alejado de sus vidas y de lo que hacen con sus cuerpos. En eso consiste la libertad sexual, que es quizás la forma más excelsa en que el ser humano es libre.

No hay moral en el sexo, tampoco en el sexo de pago. Puede haber coacción, abusos, explotación o hasta esclavitud; pero para eso está la policía. Las formas de la transacción pueden ser ilegales, criminales y hasta inmorales, los actos sexuales no.

El sexo sólo es sórdido en la medida en que es sórdida la mirada del que lo observa o juzga. Nada más. El derecho a vender actos sexuales es un derecho amparado por la libertad individual. Y debe ser respetado. El burka impuesto a las mujeres por culturas primitivas o fanatismos religiosos no puede considerarse una manifestación de libertad. Ninguna libertad puede llevar implícita la mutilación de lo humano civilizado. De ahí que el burka sea antihumano (y deba ser prohibido no en lugares públicos sino en todo espacio sometido a la moral de la civilización) mientras que la prostitución es un derecho de hombres y mujeres libres que hay que defender.

No hace falta ningún argumento ético para regularizar la prostitución porque la ética es una convención social y está un escalón por debajo de la libertad individual.

Como no necesita un argumento ético una animalada como el boxeo, por cierto. La gente se mata a golpes en un ring por dinero, y sobre todo porque decide hacerlo.

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