2028

Miami (6)

Vengo al cementerio a traerle unos girasoles a mi madre. Por estos días se cumplen veinte años de su muerte. Veinte años. Ni un sólo día de esos veinte años he dejado de pensar en mi madre. En mi cerebro aparece saludable y hasta luminosa. Puedo escuchar su voz en mi cerebro. Puedo escuchar su risa.

Suele decirse que los muertos viven en la memoria de quienes los querían y sobreviven, pero no es verdad. Vivir es una experiencia personal e intransferible y lo que hace nuestro cerebro con los que han muerto está bien es un consuelo pero nada más. No hay resplandor ni almas sólo química.

Los hijos nos recordarán no digo que no pero ya en nuestros nietos comenzará la gran nada.

Y así iremos desapareciendo.

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© Juan Abreu, 2006-2019