1984

A las dos de la madrugada me fui a la cama así que dormí hasta las diez. Sin abrir los ojos estiré la mano y ella ya no estaba pero al rato vino y puse mi cabeza en su pecho y enroscamos pies y manos que es lo que hacen nuestros cuerpos siempre que pueden el amor es el cuerpo del otro todo lo demás son sandeces. La huelo qué sería yo sin su olor y de su boca las dulces vaharadas. Aquí podría estar mil años oliéndola nada más que eso. Pero la vida es cruel y si uno se atreve a quitarle la cáscara (cosa que no recomiendo) absolutamente estúpida así que al rato tengo que levantarme.

Bajo a desayunar y siento correr el agua de la ducha en el piso de arriba lo de ser humano está muy sobrevalorado cuánto no preferiría yo ahora mismo ser el agua que moja su cuerpo. Pienso eso pero al momento me digo que si fuera agua no tendría polla y entonces lo de ser agua ya no me parece tan deseable.

Ha salido el sol. Leo el periódico. Cuántas chorradas. Hace poco se fue a la competencia un columnista famoso más que nada por guaperas y por la barba, aunque a veces era ingenioso es verdad. A las mujeres les encantaba, nada que ver con lo que escribía, juicios vaginales mayormente. Pero se ha ido a la competencia. Y el que han puesto en su lugar es francamente subnormal. Yo estoy de acuerdo con pagar por leer periódicos. Pero.

Hoy pintaré un rato después del almuerzo quiero empezar el cuadro que donaré al Museo Nacional de Cuba, dos héroes de la Patria chupándosela uno al otro, ya lo saben.

Y como es sábado, si acabo de trabajar temprano, tal vez vayamos al cine.

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© Juan Abreu, 2006-2019