1975

Israel (7)

Podría escribir largo y tendido como se dice sobre la relación a mi juicio innegable entre suciedad y religión. Una relación que denota descarnamiento moral. Lógicamente. Pero. Sólo diré que en Jerusalén hallo en abundancia pruebas de que (como de costumbre) tengo razón. Un paseo por el barrio donde viven los judíos ortodoxos erradica mis inexistentes dudas entre la relación simbiótica, diría yo, entre suciedad y religión.

No sólo apestan físicamente estos ortodoxos sino que viven en una especie de basurero deprimente surcado de callejuelas mal iluminadas por las que transitan con sus ridículos disfraces y sus insólitos sombreros a toda velocidad como si marcharan siempre al encuentro de Dios que los aguarda a la vuelta de la esquina o escondido detrás de algún montón de escombros.

Llevan miles de años apresurándose hacia ese encuentro que no ha tenido lugar ni nada indica que vaya a tenerlo en los próximos milenios pero eso no les dice nada. ¿Cuál es el supremo mandamiento de toda Religión? Ignora impertérrito toda evidencia.

Me cuentan mis amables anfitriones sobre estos religiosos y todo lo que me cuentan es bastante espeluznante: vagos, fanáticos, antihigiénicos, misóginos, y sobre todo y esto es lo peor enemigos de la democracia y de la modernización de Israel.

Y si haces algo que los ofende, te escupen.

Oh Dios misericordioso.

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© Juan Abreu, 2006-2019